Hoy quise adelantar la entrada porque me preocupa la situación en torno a la educación online de niños/adolescentes, por todos los involucrados: padres desbordados, docentes adaptándose, instituciones tomando medidas… y chicos en el medio.
Ansiedad y estrés son temas comunes, aunque me da la sensación de que así como en salud se habla de «los médicos», en educación se habla más «del estrés de los padres».
¿Se tiene en cuenta también la presión y necesidad de responder que tienen tanto los responsables de las Instituciones educativas, como los docentes y los propios niños?
Padres a favor, padres en contra (miren que yo simplifico: padres significa padres/madres/tutores), padres que se quejan en los grupos de whatsapp, otros que se mantienen al margen, padres que se comunican 2 o 3 veces por día con el colegio, padres que piden más horas de clases, otros que no quieren que sus hijos tengan horarios extensos en la computadora… si tienen horarios fijos y estructurados o van informando sobre la marcha… si el zoom es necesario o no…. si les mandan tareas, cómo, cuándo y por qué, si tienen sentido, si aprenden algo con eso… si cobran lo mismo o hacen descuento por la cuota, la comparación entre lo público y lo privado y la comparación entre colegios… si van a tener clase en diciembre y nos cortan las vacaciones, o si no tienen clase cuánto tiempo pierden… si pasarán de año, si cumplirán el programa, qué harán el año que viene… En fin… si tenés hijos o amigos en esta situación, ya entendiste desde el primer renglón de qué te hablo.
He percibido diversas situaciones de este estilo en distintos ámbitos, y llega un punto donde los intercambios pueden tornarse contraproducentes (principalmente por redes sociales) si no somos capaces de ponernos en el lugar del otro y comprender su perspectiva.
Algo que reiteramos en Eureka: cada uno reaccionará y tomará decisiones según sus valores y su propia experiencia personal, lo cual va de la mano con su forma de pensar e interpretar las situaciones (no hablemos del huevo o la gallina).
Imaginate, antes de discutir, que unos miran la realidad con lentes rojos, mientras otros tienen lentes verdes y otros negros. Además, hay que tener en cuenta que muchas veces, hasta que no vamos al oculista y nos muestra que tenemos una dificultad visual, estamos convencidos de que «vemos bien» porque ya nos acostumbramos a eso.
La realidad será la misma (en lo concreto), sin embargo lo que cada uno sea capaz de ver y lo que perciba de ella, no. Y lo que interprete… menos! Por lo tanto: no hay una sola realidad.
TE VOY A DAR TIPS PARA ADAPTARTE A LA EDUCACIÓN EN EL HOGAR
No de esos que hay muchos, que nos sugieren organizar horarios, espacios, recursos, dedicar tiempo a la familia (muchas veces asumiendo que ahora a todo el mundo le sobra tiempo, lo cual no es real). Los consejos prácticos son útiles, necesarios, y por suerte existen cuando necesitamos ayuda concreta! Pero acá, en Eurekaonline los tips van desde lo que «hay detrás» o «antes»: desde por qué pasa lo que pasa o hacemos lo que hacemos. Partimos de entender y hacernos cargo de nuestras conductas (eso también nos alivia rabietas con los demás y puede prevenir conflictos).
¿No te ha pasado que ponerte en el lugar del otro te cambia la perspectiva respecto a cierta situación o persona?
A eso vamos, buscando entender la situación de los padres, de los docentes, de los alumnos y de las instituciones educativas, dentro de una realidad compleja, global y sistémica como la emergencia sanitaria que nos atraviesa (en el mundo).
Los actores de la Educación actual
- Una situación de emergencia sanitaria: algo inesperado, ajeno a todos, que genera cambios radicales en un contexto de total incertidumbre. Aún no está claro qué se debe hacer, cómo, y menos aún, por cuánto tiempo se implementarán los cambios. Se reciben directivas del Gobierno que escapan a las preferencias personales o institucionales, y que se deben cumplir. Implica una crisis social y económica, además de los riesgos en salud pública. Afecta tanto a los trabajadores, padres de familia, como a las empresas que los emplean, a los profesionales y trabajadores independientes. De golpe, no hay nada seguro: ni ahora ni en el futuro inmediato. Tanto a nivel de familia como de empresas e instituciones hay que tomar decisiones que no son fáciles, cada una de las cuales tendrá consecuencias en más de una persona y familia (tomate un tiempo para pensar tus propios ejemplos, y andá recordando hasta llegar al final).
- Instituciones educativas: hay públicas y privadas, de diversos contextos y niveles de edad. Se ven afectadas por el punto anterior, teniendo a cargo la responsabilidad de continuar con su labor, buscando otras herramientas, y apelando a la buena disposición de su personal para hacer algo que para muchos era desconocido: educar a distancia. Las instituciones privadas tienen la presión «extra» de estar cobrando una cuota por su servicio, y el riesgo de perder clientes si no se adapta con velocidad. Cualquiera sea la decisión que tome, será difícil complacer a todos, teniendo que lidiar con su personal, con su realidad económica, con inversiones que implica la adaptación del sistema, con los padres y sus preferencias, y con el punto 1.
La cultura organizacional en cada institución sería como la «personalidad» de un individuo, y determinará cómo afronte los problemas y qué priorice en la forma de continuar con su servicio. No será lo mismo para una Institución que usaba una plataforma virtual de forma integral, con docentes y alumnos ya preparados, que para una que no lo hacía. Sin embargo, la cultura viene reflejándose con claridad en el modo en que se ha afrontado la crisis y en las propuestas paliativas que se han hecho. Las decisiones y la ejecución de las mismas tienen múltiples aristas, complejidad y costos, que desde afuera generalmente no se aprecian.
- Los docentes: así como en la salud tenemos al personal de primera línea, en la educación son los docentes. Sin ellos, sin su compromiso, sin su preparación y capacidad para adaptarse a esta nueva situación, no hay institución que pueda llevar adelante ninguna medida potencialmente exitosa. Y aquí aparecen otros factores: la realidad personal y familiar, la experiencia previa en uso de plataformas y educación a distancia, el compromiso con su trabajo y con la institución, la cohesión del grupo, la «camiseta puesta» o si sólo es un empleo, los recursos tecnológicos con que cuente en su hogar, saber usarlos y adaptar la planificación presencial a otra modalidad y otros tiempos, que tal vez ni siquiera comparta.
- Los padres: son los cuidadores de los niños, de la economía familiar y más que nunca de sus ingresos que directa o indirectamente en su mayoría se ven afectados, lo que lleva a prestar más atención a «qué estoy pagando». Algunos mantienen el trabajo normalmente, otros con home-office, y otros pueden tener menos ingresos o estar desempleados… Hay familias uniparentales, padres de diferentes edades y experiencia con la tecnología, umbrales de tolerancia más altos o más bajos a los estresores y al aislamiento, más o menos paciencia, cantidad de hijos para «hacer tareas», rutinas y demandas familiares diversas. Además, influyen las expectativas que tienen de la Institución educativa, de la exigencia que deben tener, de cómo devolver el servicio que están pagando, de la cantidad de horas que tienen clase, si tienen clases o sólo tareas, si las pueden hacer solos los chicos o es necesario que un adulto les enseñe, si obtienen respuestas de la institución cuando las solicitan. Debajo de todo esto, cada uno tendrá sus valores, priorizará determinados aspectos, y será más o menos demandante al momento de evaluar las medidas paliativas y económicas de la Institución, así como de plantear reclamos. Ah! y cómo interpreten el punto 1 también afectará la evaluación.
- Los niños/adolescentes: los reales destinatarios de todo el esfuerzo de las instituciones, de los docentes y de los padres, y son a veces los que podrían estar más exigidos pero menos tenidos en cuenta desde SU lugar. Se cree normalmente que los niños no tienen por qué quejarse ni estar estresados, si «están para eso» (estudiar, hacer deberes, etc.). Sin embargo, si los adultos padecen más o menos el aislamiento, imagínense a los chicos cuyo principal interés es estar con sus pares!! Algunos pasan conectados con sus amigos (tal vez como siempre), pero NO tienen el contacto personal, verse, estar juntos, y la posibilidad de salir de su familia. Otros ni tienen celular para chatear, pasando a estar sólo en contacto diario con su familia (y esto también los estresa). Tal vez algunos disfrutan de tener varias horas de clase virtual, porque están con sus compañeros además de tener una forma de ocupar el tiempo. Otros podrían sentirse abrumados o distraerse mucho si tienen las mismas horas de clase. Las tareas pueden ser más o menos exigentes para ellos, según cómo manejen la tecnología y también según cómo haya sido su desempeño hasta ahora: si un chico siempre ha requerido o está acostumbrado al acompañamiento de sus padres, probablemente lo necesite aún más en esta «nueva realidad».
Y aquí van algunos Tips que no son Tips:
- Valorar la ansiedad y el estrés que pueden estar viviendo los chicos. Tienen tanto derecho como los adultos, aunque por razones diferentes. Hay expectativas y demandas que escapan a ellos. Además de tener que afrontar las tareas diarias (que tal vez no comprendan y les genere inseguridad) pueden sentirse muy exigidos, culpables y responsables por las crisis familiares que explotan por «los deberes», por las cuotas, por lo que «le mandan o no le mandan».
- Valorar la labor de los docentes, evitando evaluar «su trabajo» por el tiempo que tengan en Zoom. Más tiempo «en clase» o más tareas no implican necesariamente más calidad. Lo importante es el proceso que hagan los chicos para resolver las tareas, y el acompañamiento docente en su justa medida. Esto requiere una planificación diferente, acomodarse a los cambios, y corregir más tareas en muchos casos.
- Confiar en las Instituciones en las que confiaste la educación de tus hijos. Sería importante evaluar las medidas de acuerdo a lo que es la propia Institución y las soluciones a mediano plazo, no sólo las inmediatas. Si somos técnicamente específicos, la educación virtual, en sí misma, implica tiempos y recursos diferentes que «la clase online» (que de por sí ya es diferente y requiere aprender y adaptarse). Nadie estaba preparado para esta situación. Puede ser más fácil en un principio la decisión de «dar las clases online» que pensar en la implementación de educación virtual, en una coyuntura (amo la palabra ;)) en la que predomina la incertidumbre (especialmente cuando todo comenzó y se podía pensar en «algunas semanas»).
- Evitar las comparaciones entre Instituciones: reitero el papel de la cultura organizacional, y de pensar por qué elegiste «ese» Colegio y no otro. Seguramente hay valores que tuvieron en cuenta como familia, y que pueden perderse en la comparación de aspectos puntuales. Si eligieron una educación con libertad, respeto a la individualidad, autonomía, disfrute mientras se aprende…. no sería el mejor momento de comparar con las medidas tomadas por otra Institución con valores opuestos, porque seguramente serán distintas (ni mejores ni peores, sino diferentes). Nunca te olvides de lo que valoraste en un principio, y si te das cuenta de que eso cambió, tal vez debas reevaluarlo cuando todo esto pase, con la cabeza fría.
- Diferenciar cantidad vs calidad, y exigencia vs aprendizaje: No basta con reclamar más horas, cumplir un horario o una rutina exigente. Pueden variar los recursos en función de que la atención no es la misma estando en un salón que frente a una pantalla. No tengan miedo a las películas, a los videos, a las búsquedas en internet, a las tareas que parecen sencillas.
- Ocuparte de cómo están viviendo tus hijos este proceso más que por lo que está haciendo la Institución o por resolver los deberes: fijar la mirada en el aspecto económico puede ser perjudicial, así como presionarte por las tareas cuando escapan a tus posibilidades como madre/padre. Hay servicios y problemas que no se ven y están implícitos en la adaptación a la nueva realidad, en todos los involucrados.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, lo principal ahora sería que ESCUCHES a tu hijo para saber realmente qué están haciendo, cómo, cómo se siente, qué ha aprendido. Y si tiene dudas, que las maneje con su docente por las vías que tenga a disposición. Es probable que si estás muy pendiente de lo formal, o de la información de otros padres, te pierdas lo más importante: a tu hijo y la confianza mutua entre ustedes.
- Y una yapa: Dejar de mirarse el ombligo y volver a los puntos anteriores. Tener empatía, capacidad de ponerse en el lugar del otro, ampliar la mirada más allá de los propios intereses y tener en cuenta las consecuencias de lo que cada uno hace sobre los demás (incluyendo empresas e instituciones, que también tienen personas adentro!!).
Espero que puedas ampliar tu mirada y bajar tu nivel de ansiedad sobre esta situación que nos está afectando a quienes tenemos hijos, para manejarla de la mejor manera posible.
No se trata de defender a nadie, sino de entender que cada uno seguro está haciendo lo mejor posible desde su lugar, con los recursos que tiene y la situación en la que lo encuentre. También los chicos merecen que no les sumemos más presión al hecho de tener que estar lejos de sus amigos, de sus actividades, y conviviendo con madres desquiciadas por las tareas 😉 las cuotas y si hay clase o no hay clase.
Lorena
Ahora te recuerdo o te cuento si es tu primera vez por acá, que te decargues la «Guía de estrés». Es gratis, y te ayudará a entender qué es el estrés realmente, quiénes y cómo pueden estar estresados, y cómo se manifiesta. De verdad te lo recomiendo.
Entre los Recursos, también está la Guía para familiares de personal de salud en tiempos de crisis, enfocada desde la información y la posibilidad de comprender qué les puede estar pasando y cómo acompañarlos de la mejor forma.