La felicidad tiene su ciencia II

¿Vamos un paso más adelante? (comenzamos en el post anterior, si no lo viste, podés ir desde aquí).

La ciencia ha demostrado que tendemos a «buscar» la felicidad en lugares equivocados, cuando en realidad depende de nuestro esfuerzo y compromiso para construirla.

Esperamos a «cuando me case», «cuando me compre la casa nueva», «cuando me haga la cirugía de lolas», «cuando saque la lotería»… ¿y mientras tanto?

No esperes a casarte, a tener la casa nueva, a tener más lolas o ser millonaria: empezá a disfrutar de las pequeñas cosas de todos los días, de tu camino hacia el objetivo, de hacer algo por potenciar lo que ya tenés, lo que sos.

Obviamente que cuando cumplís un sueño o alcanzás ese objetivo tan anhelado, o tenés mucho dinero de golpe, te sentirás feliz. No lo vamos a negar! y tener esos momentos felices son muy valiosos en sí mismos. Son como un shock de energía, de alegría, de felicidad.

Sin embargo, es importante que sepas que esa felicidad te durará unos meses, hasta que te acostumbres al dinero, a poder darte todos los gustos, a tu marido, a tu casa nueva… y otra vez vas a estar en el mismo nivel que antes. Y esto no son ideas mías, sino que está comprobado por investigaciones científicas: nos adaptamos a esa felicidad «del placer», y volvemos a nuestro estado de base en poco tiempo.

La felicidad es un estado que hay que esforzarse por mantener:

  • estando atenta a lo que tenés,
  • valorando, agradeciendo, disfrutando,
  • sintiendo que estás desarrollándote como persona, que tenés el control de tu vida, que sos capaz
  • y aceptándote con lo bueno y lo no tan bueno.
  • A esto sumale sí las experiencias que te llenan de alegría, que te dan placer, pero no creas que es sólo eso, porque será más difícil que te sientas plena.

Por qué nos cuesta hacernos cargo de nuestra felicidad

No quiero hablarte de teorías porque no es el estilo de Eureka, pero sí quiero explicarte que así como se empezó a prestar atención a los aspectos positivos y protectores de la salud mental de las personas, se empezó a medir la felicidad… y eso implica que deba haber teorías que nos orienten hacia qué es lo que medimos.

Una teoría es una manera de explicar algo. En ciencia, la teoría va de la mano de la investigación y la medición de ese «algo», y a medida que se conoce más, se van retroalimentando teoría y formas de medir. A su vez, saber de qué hablamos al referirnos, por ejemplo a la felicidad, nos permite hacer tests (para medirla) y generar estrategias, técnicas, acciones deliberadas para mejorar los niveles de felicidad de las personas.

Cuando vas a hacerte un chequeo, el médico debe saber a qué tiene que prestar atención, qué análisis te indica para saber cuál es tu situación, y a la vez saber cuál sería el tratamiento apropiado según tus resultados.

Lamentablemente en los chequeos médicos no miden la felicidad, sino uno de los componentes que hacen al bienestar: el físico, mientras se omiten los otros, como si no tuvieran nada que ver con la salud.

Me corrijo: es muy conocida la relación entre la salud y el estrés o las emociones «negativas». Lo que se pasa por alto es el efecto, comprobado científicamente, de las emociones POSITIVAS sobre la salud, tanto mental como física y emocional (es un combo).

Si supieras la cantidad de investigaciones que confirman la relación entre las emociones positivas y la salud! (en el post anterior hablamos del peso que tiene el componente emocional en nuestra percepción del bienestar/felicidad).

Es comprensible que no se considere en cierto punto, ya que si hablamos de AFECTO POSITIVO, que es mucho más que emociones positivas, sería menos llamativo y preocupante que hablar de lo negativo. Y predomina en nuestra cultura el modelo médico de «curar lo que está mal» (no mejorar lo que está bien).

Hablar de afecto positivo giraría en torno a emociones, sentimientos, estados o conceptos como ALEGRÍA, FELICIDAD, AMOR, BUENAS RELACIONES, ESPERANZA, OPTIMISMO, PERDÓN, GRATITUD, CONFIANZA, AUTOESTIMA, COMPROMISO, FLUIR, DISFRUTAR, ACTITUD POSITIVA, SENTIRSE BIEN, AUTONOMÍA, DESARROLLO PERSONAL.

Si hablamos de afecto negativo, nos referimos a miedo, tristeza, síntomas, depresión, ansiedad, patología, malestar, enfermedad, problemas, estancamiento, ira, pesimismo, mal relacionamiento.

Claro que lo que más nos preocupa es lo negativo! y es a lo que más queremos atender para «solucionar esos problemas».

Hay una tendencia en general a preocuparnos por lo que está mal, descuidando lo que está bien, tanto en las personas, como en la salud, como en la ciencia… como en la vida diaria!

¿Cuántas veces te has descubierto enfocada en lo negativo, que de pronto es una nimiedad pero puede llegar a «arruinarte el día»?

Estamos educadas prácticamente para ver la amenaza, el peligro, lo malo que podría suceder, y es parte de nuestra naturaleza humana también: la necesidad de estar atentas al peligro para poder luchar o huir a tiempo.

Y así seguimos por la vida, atentas a lo que puede salir mal, y asumiendo que lo que está bien, simplemente «es lo que debería ser», lo normal. Y el problema es que tendemos a no valorar «lo normal» (hasta que lo perdemos). Asumimos también, que «si estoy bien, es suficiente. No tengo de qué quejarme, ¿para qué quiero más?».

A veces «querer más» se ve en la ambición por bienes materiales, o por más belleza, o por más estatus, o por más títulos…. ¿y el resto? ¿querés en general «más de vos», de sentirte plena en todas las áreas de tu vida?

A veces se confunde tener más con ser más feliz. Simplemente pensá en cuántos ricos y famosos se han quitado la vida. ¿Serían tan felices?

Pensá en la felicidad como en un contenedor con varias reparticiones, que para mantener el equilibrio necesita tener un buen nivel de su contenido en cada una. Si no hay un equilibrio, o si el nivel no es suficiente, es posible que la o las reparticiones que estén vacías te lo hagan sentir… con temores, ansiedad, tristeza, sensación de vacío, depresión, falta de energía, aislamiento, malestar físico o enfermedad.

Y no sería el contenedor el problema, si no lo que le ponés adentro.

Te diría que tenemos que desaprender mucho de lo aprendido, y empezar a ver la vida desde otro lugar.

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Lorena